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Thursday, September 29, 2005

Volvamos al ruedo. Volvamos a la palabra. Volvamos al discurso universal. Volvamos a la aguja con epinefrina en el pecho. Volvamos a decir que sí.

Dejemos las estructuras para los estructuralistas. Te dejo el romanticismo a vos, que me decis que las cosas se enfilan únicamente detrás de dos posibilidades: prohibido y des-prohibido.

Le dejo el escencialismo a mi madre, que bien ha hecho en traerme al mundo sin instrucciones.
Le dejo la retórica a mi padre, que mucho me ha enseñado de palabras y palabras, de metáfora y metonimia.
Le dejo a mi hermano mi existencialismo precoz. Tal vez él pueda darle un mejor uso que yo al color negro.
Le dejo el abismo que me mira a Federico.
Le dejo el juego de la naturaleza con el hombre al rito urbano de la publicidad.
Te dejo a vos una letra que comunica, una imagen que sufre de incontinencia emocional, un barco de papel y un fa sostenido.
Le dejo a mis maestros los silencios. Les dejo a los padres del liberalismo mi frustración.
Le dejo a Kant su deber, a Mill su utilidad, a Hart el concepto de freerider.
Le dejo a ese chico tan bonito el off the wagon, el outofthebox, rock the boat, shag the phanter, etcs.
Le dejo a Juan Angel obiterdicta.
Le dejo a ese alguien nuevo toda una expectativa envuelta en papel de mediaslunas.
Me dejo a mi los significantes/significado, las construcciones en al aire, los castillitos de papel, las cartas mágicas, los eneros con sabor a nuevo, el plástico cuando esta recien hecho, la pistola para poner precios, los marcadores indelebles que usaron sobre mi pared, lo que también escribió la tribu de mi valle, un prontuario de 190 cuerpos, un recurso de inaplicabilidad de ley, una constitución nacional y la fundamentación de la pena.

Omisión impropia.
Volvamos al discuros. Volvamos a eso de escribir.