|

Thursday, December 22, 2005

Te imaginarás ¿cuanto me puede importar? Realmente ¿cuanto me puede importar todo eso? No, no te imaginarás nada. Bueno, te cuento que a mi todo eso no me puede llegar a importar un rábano. A esta altura, entre el desasiemiento, el spleen y la melancolía, no me puede importar nada de nada todo lo que un adolescente me pueda tratar de explicar. Pensarás que te estoy jodiendo, que cómo si yo sigo siendo una adolescente. Y ahí debo hacer una aclaración for the benefit of Mr. Kite: no, ya no adolesco de una goma. Que conste en actas. Tuve 12 horas para hacerme adulta. Al principio volaron gritos, patadas y puteadas. En ese orden. Pero cuando me vinieron a buscar dije que sí, sin dudarlo. Había pasado sólo una noche y un tipo se había muerto a mi lado en ese infierno blanco. Y por la mañana ya era mayor de edad, ya era seria y tenía objetivos, cosas prácticas y concretas. El equilibrio, me dije, se irá encontrando as i go along. No es posible, ni remotamente posible en este mundo, pretender sentar las bases teoricas de un equilibrio entre cafe, cocaína y cigarrillos. Eso no se encuentra en una sesión de catarsis social-individual. Eso se hace poniendo el cuerpo a lo que sucede, riendote de tus errores, llorando con lo aprehendido, asumiendo la incapacidad para controlar la mayor parte de los sucesos, etc. Y hasta ahí puedo decirte. Es que no se trata de que este divulgando un secreto ni nada. Sino que eso es lo que me enseño el "as i go along" de mi decisión. Tal vez aprendi mucho mas de lo que te estoy diciendo y no lo sé aún, porque no se mide en palabras. Seguramente, sí, no se mide en palabras.