El golpe es duro cuando la altura así lo demanda. Dice Freud que la vida es repetición. Lo mismo dice Hegel, sólo que éste simula mejor el hecho de saber que todo esta escrito por ahí.
Al margen de no tener ni la menor idea de qué estoy hablando, me acabo de acordar del final de 100 años de soledad. Por favor, lectores new age, abstenerse de decirme que Aira es mejor, y que blabla. Ya lo sé, pero no me importa, me sigue gustando 100 años. Me sigue gustando todo lo que elijo leer.
Decía que la historia es un ciclo abierto, no cerrado, el ciclo nunca se cierra, sino que transforma en otra vuelta más del mismo juego. En mi ciclo abierto de hoy, trate de forzar un cierre. Y sólo logre un quiebre, transformar mi ánimo en llanto y saber muy adentro mìo que si no contenìa la lágrima asesina en mi ojo izquierdo no iba a poder parar de llorar en semanas, Tal vez meses. No puedo darme ese lujo.
Aunque algunos dirán que es hora de que llore por todo lo que pasó, estoy entretandome en el uso y ejercicio del verbo elegir y la frase "el pasado no me condena" esta entre las de cabecera. No puedo permitirme bajar la guardia ahora que entendi que no estoy sola. No ahora que estoy aprendiendo a que los hombres no me quieran y a no elegirlos a dedo. Not now.
Aún así, hoy force el cierre, y logre, sólo el quiebre. Entre lo que era y lo que soy, que en realidad nunca podrían dejar de ser lo mismo. El verdadero cambio es la constante irracionalizacion de mi emoción frente a un cuerpo extraño. El vacio sigue ahí, sólo que ahora le puse flores y algo de luz. Ahora miro y digo que lindo lo que tengo adentro. Pero nada más. Ahora que sé que te quiero y que ha sido algo natural y no buscado, no voy a salir a ser el elefante que pretende tomar te con una vieja inglesa que le pone whisky a la taza cuando nadie mira.
No quiero atolondrarme, pero es el quiebre. Es el famoso: ¿Y ahora que pasa, eh? de Burguess. Es mi famosa frase: en las esquinas donde todo se junta, yo miro para otro lado como si eso no se tratara de mi.
Force el cierre, logre el quiebre.
Como diapositivas de una vida ajena no entiendo qué es suficiente, ni qué es lo que busco, ni porqué ahora es natural lo que antes se forzaba con lagrimas y trampas emocionales.
Mierda, yo no elegi sentirme atraída hacia vos. No elegi que vos no me mires ni para darme la hora.
No es mi elección. Pero sí, en realidad, sí lo es. Push the envolope, watch it bend.
Cuándo fue que elegi quererte, no lo sé. Tal vez fue cuando cambie de servidor emocional, o cuando me dijiste que cuando estás deprimido no te bañas.
Ahora no sé que hacer con estas intenciones que no me animo a designar propias. No sé que hacer ante la inevitable imposibilidad de querer sin que nadie me pregunte hasta donde. Es imposible, es imposible que no te haya elegido y que en tantos meses no haya querido seducirte como lo hice con todos los demás.
Todo lo que soy cómo mujer, todo eso que me sobra de mujer y me falta de humano, está ausente en esta cuasi confesión.
Ninguna letra ha sido escrita de más. Ningun verbo ha sido mal conjugado, con excepción de dos ocasiones. Ninguna coma fue ignorada, pues si no se ven es que ellas no quieren ser vistas. Ningun sentimiento se asemeja a la piedad, y definitivamente la palabra idealización no está llamada a participar de este discurso.
Esto es real, esto es natural, esto es lo que quiero, y se siente tan bien como mal -a la vez-.
Tan natural que puedo seguir viviendo sin que me represente un problema. Puedo hasta olvidarte o dejar de hablarte. Ni si quiera puedo elegir el conflicto, no puedo cocer el ciclo con hilos de plata ni ser la virgen victima y martir de sus propias elecciones. No estoy eligiendo un ideal, estoy eligiendo carne, hueso, y muchas otras pequeñas cosas de las que estoy hecha, aunque sea recien ahora que lo humano se escribe con las letras de mi nombre.
Al margen de no tener ni la menor idea de qué estoy hablando, me acabo de acordar del final de 100 años de soledad. Por favor, lectores new age, abstenerse de decirme que Aira es mejor, y que blabla. Ya lo sé, pero no me importa, me sigue gustando 100 años. Me sigue gustando todo lo que elijo leer.
Decía que la historia es un ciclo abierto, no cerrado, el ciclo nunca se cierra, sino que transforma en otra vuelta más del mismo juego. En mi ciclo abierto de hoy, trate de forzar un cierre. Y sólo logre un quiebre, transformar mi ánimo en llanto y saber muy adentro mìo que si no contenìa la lágrima asesina en mi ojo izquierdo no iba a poder parar de llorar en semanas, Tal vez meses. No puedo darme ese lujo.
Aunque algunos dirán que es hora de que llore por todo lo que pasó, estoy entretandome en el uso y ejercicio del verbo elegir y la frase "el pasado no me condena" esta entre las de cabecera. No puedo permitirme bajar la guardia ahora que entendi que no estoy sola. No ahora que estoy aprendiendo a que los hombres no me quieran y a no elegirlos a dedo. Not now.
Aún así, hoy force el cierre, y logre, sólo el quiebre. Entre lo que era y lo que soy, que en realidad nunca podrían dejar de ser lo mismo. El verdadero cambio es la constante irracionalizacion de mi emoción frente a un cuerpo extraño. El vacio sigue ahí, sólo que ahora le puse flores y algo de luz. Ahora miro y digo que lindo lo que tengo adentro. Pero nada más. Ahora que sé que te quiero y que ha sido algo natural y no buscado, no voy a salir a ser el elefante que pretende tomar te con una vieja inglesa que le pone whisky a la taza cuando nadie mira.
No quiero atolondrarme, pero es el quiebre. Es el famoso: ¿Y ahora que pasa, eh? de Burguess. Es mi famosa frase: en las esquinas donde todo se junta, yo miro para otro lado como si eso no se tratara de mi.
Force el cierre, logre el quiebre.
Como diapositivas de una vida ajena no entiendo qué es suficiente, ni qué es lo que busco, ni porqué ahora es natural lo que antes se forzaba con lagrimas y trampas emocionales.
Mierda, yo no elegi sentirme atraída hacia vos. No elegi que vos no me mires ni para darme la hora.
No es mi elección. Pero sí, en realidad, sí lo es. Push the envolope, watch it bend.
Cuándo fue que elegi quererte, no lo sé. Tal vez fue cuando cambie de servidor emocional, o cuando me dijiste que cuando estás deprimido no te bañas.
Ahora no sé que hacer con estas intenciones que no me animo a designar propias. No sé que hacer ante la inevitable imposibilidad de querer sin que nadie me pregunte hasta donde. Es imposible, es imposible que no te haya elegido y que en tantos meses no haya querido seducirte como lo hice con todos los demás.
Todo lo que soy cómo mujer, todo eso que me sobra de mujer y me falta de humano, está ausente en esta cuasi confesión.
Ninguna letra ha sido escrita de más. Ningun verbo ha sido mal conjugado, con excepción de dos ocasiones. Ninguna coma fue ignorada, pues si no se ven es que ellas no quieren ser vistas. Ningun sentimiento se asemeja a la piedad, y definitivamente la palabra idealización no está llamada a participar de este discurso.
Esto es real, esto es natural, esto es lo que quiero, y se siente tan bien como mal -a la vez-.
Tan natural que puedo seguir viviendo sin que me represente un problema. Puedo hasta olvidarte o dejar de hablarte. Ni si quiera puedo elegir el conflicto, no puedo cocer el ciclo con hilos de plata ni ser la virgen victima y martir de sus propias elecciones. No estoy eligiendo un ideal, estoy eligiendo carne, hueso, y muchas otras pequeñas cosas de las que estoy hecha, aunque sea recien ahora que lo humano se escribe con las letras de mi nombre.
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